De los catamaranes voladores al patín catalán
Los catamaranes y los hidroalas son estrellas de regatas como la Copa América y la Extreme Sailing Series dónde la velocidad pura y el factor espectáculo ganan protagonismo. ¿Y qué hay del patín catalán, habrá llegado también su momento?
En la actualidad los catamaranes representan la innovación, los últimos avances tecnológicos, la velocidad, y la espectacularidad de la vela, vamos… que vuelan; pero, ¿era ésta la evolución lógica de la vela? O ha sido una necesidad mediática de hacer algo espectacular aunque pocos lo entiendan. Es posible que haya una mezcla de varios factores. Pero es evidente que el desarrollo de materiales de construcción y tecnologías de diseño han hecho posible superar el sueño de navegar con hidroplanos de Eric Tabarly.

Mientras esperamos a septiembre para ver el primer AC62 seguimos impactados por los gigantes catamaranes voladores AC72 de Oracle Team USA y Emirates Team New Zealand que disputaron la 34ª Copa América en San Francisco en 2013. Foto: Neil Rabinowitz.
La idea de volar sobre el agua no es nueva. A finales de los años 60 el estadounidense David A. Keiper diseñó y construyó el Williwaw, un barco de 32 pies de eslora que se convirtió en el primer hidroplano a vela transoceánico con el cual cruzó el Pacífico, navegando hasta el sur de Nueva Zelanda.
Pero la espectacularidad lograda por los multicascos de las últimas ediciones de la Copa América, tiene sus raíces en una forma de navegación deportiva con varias décadas de historia.

En Río 2016 participarán por primera vez los catamaranes de la Clase Nacra 17, la primera clase Olímpica mixta. Foto: Diego Yriarte.
Desde el imaginario de playa paradisíaca en el que aparece un Hobie Cat, hasta los cruceros de más de 60 pies de eslora, rebosantes de confort, los catamaranes mantienen una continua evolución, particularmente, en el deporte de alta competición. La vela olímpica ha participado de esta evolución en principio con la desaparecida Clase Tornado y en especial con la Clase Nacra 17 que competirá por primera vez en los Juegos de Río 2016 y es la primera embarcación olímpica mixta de la historia. Por primera vez se miden aptitudes de mujeres y hombres por igual, en el mismo equipo.
El desarrollo de nuevos materiales, más ligeros y resistentes, combinados con diversos programas de diseño y predicción de velocidad, se unieron a la necesidad de hacer un deporte más espectacular, ágil, fácil de entender y con circuitos con “tribuna”, retransmisión en directo y online, gran público y grandes patrocinadores. Una ecuación que dio resultados con la Extreme Sailing Series, que esta temporada ha cambiado a los GC32 que con sus alas son capaces de llegar a los 40 nudos. En la Copa América también se han instalado los catamaranes y, en breve, podremos ver los primeros AC62 que disputarán la 35ª Copa América en Bermuda y que prometen navegar a 46 nudos, con 16 de viento real…
Mas allá de tecnicismos, no está muy claro el origen de los catamaranes, si bien la palabra “Catamarán” es de origen indio y los primeros registros de su existencia se remontan a finales del siglo XVII, se supone que embarcaciones de similares características (dos cascos unidos por un puente) fueron utilizadas durante la expansión humana en la Polinesia hace miles de años. Me gustaría encontrar buenas referencias pues no es muy aconsejable googlear la palabra y hacer promedio de los resultados. Pero tenemos una historia mucho más cercana y real, la del patín a vela o patín catalán. Con la particularidad que mientras otros se preocupan por volar, éstos ni tan solo llevan timón.
El patín catalán

Patín catalán: el cuerpo como timón, en este caso con las dos piernas en el agua para arribar con más intensidad. Foto: Diego Yriarte.
El origen del patín catalán se remonta a mediados del siglo XIX en las playas del litoral barcelonés, como Badalona, Poble Nou, El Masnou y el Prat de Llobregat. En el Museo Marítimo de Barcelona consta el registro de la primera regata en el año 1871; aunque en ese entonces llevaba remos. El motivo que agudizó el ingenio para su construcción, no fue otro que la contaminación del agua en la costa que obligaba a los bañistas a buscar aguas limpias. La necesidad de mejorar el desplazamiento llevó a incorporar un criterio muy simple: Palo, vela, escota apoyados en la primera, de cuatro bancadas que unen dos cascos simétricos.
Las primeras regatas ya con el patín a vela fueron en 1932 y en 1944 fue reconocida como clase monotipo. La clase se mantiene muy activa con la gestión de la ADIPAV Asociación Deportiva Internacional de Patín a Vela que organiza regatas y campeonatos. En todo el Mediterráneo hay navegantes de patín, pero donde más flota se concentra después de Cataluña es en Andalucía, en el Puerto de Santa María. Pero desde hace tiempo que hay encuentros internacionales con flotas de Francia, Holanda y Bélgica.
Uno de los clubes de playa precursores de la clase es el Club Nàutic El Masnou, que en la actualidad continúa fomentando la navegación en patín, organizando cursos de navegación y regatas e incorporando gente nueva. En una charla distendida con un grupo de patinaires, tomando un café previo a la regata, intentamos comparar la navegación en patín con los actuales catamaranes voladores. El punto de coincidencia surgió de inmediato y de común acuerdo: “El patín es como un caballo desbocado, y una salida de una regata es como una cuadrilla de caballos desbocados”. Curiosamente, este relato bien podría adjudicarse a cualquier tripulante de cualquier cosa con hidroplano en el momento del despegue.
Para afirmar el concepto otro navegante apunta: ”Parece una tontería, pero el hecho de no tener timón da la idea de que formas parte del barco y en función de cómo pongas tu cuerpo, el peso, el barco reacciona y a veces reacciona para donde quiere”.
No es por romper la mítica, pero el concepto de cómo dar dirección a la embarcación es muy similar al de las primeras lecciones del windsurf donde se aprende que al llevar el peso a proa o popa, la tabla orza o arriba. Pero, evidentemente con dos patines y 12 metros cuadrados de vela controlados solo por la escota, aplicar la teoría requiere de mucha práctica. El trimado general es básico: Una puesta a punto previa del palo, según la intensidad del viento y burdas para controlarlo en regata. El gratil de vela se tensa desde la base y la escota se lleva en la mano, no hay forma de hacerla firme salvo sentarse encima.

Navegar en vela ligera con casi 70 años es posible, aun habiendo navegado toda la vida en vaqueros. Foto: Diego Yriarte.
Con una sonrisa, me imagino la cara de James Spithill (patrón del Oracle 17) en una salida de regata de patín catalán, sentado inquieto sin caña, sin rueda, solo con una escota en la mano, sin ningún botón para apretar y pienso que habiendo visto navegar patines con viento y un poco de ola bien merecen un casco Red Bull.
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